Hoy me he puesto
el traje menos usado
me he untado un poco
de esa loción extranjera
que me regalaste un día
como celebración
y recordatorio
de la fecha
en la cual llegué a este planeta
cubierto de asombros
y que huele
a lo que huelen aquellos
que se esconden
detrás de los olores caros
he limpiado bien mis zapatos
los he dejado brillantes
tan brillantes que parecen nuevos
y estoy aquí
esperándote
con una flor en la mano
y una fiesta inesperada
bailándome en los pasos
No es el día de tu santo
y no tengo que recordarte
que nos hacemos viejos
que la piel se nos va arrugando
de tanto servir de frontera al cuerpo
que el camino se va agotando
a fuerza de pasos
y que en los ojos tenemos grabado
el recuento de todos los días
con sus victorias y sus fracasos
Tampoco es el día
del amor obligado
el día en que medimos el sentimiento
por el valor de los regalos
ni el día en que tengo que llegar a ti
vestido de navidad
y borracho como un santo
ni ningún otro día
de los tantos días
que el comercio ha bautizado
No es siquiera
el día del romance
de las flores y del agua
ni de los grandes odios
entre las rocas y el pantano
ni es el nacimiento del invierno
ni la fiesta del verano
Es
simplemente
un día cualquiera
sin ningún motivo
en el cual te invito
a mi fiesta de café
en cualquier lugar
a mirar pasar
esta ciudad de locos
de profetas
de doctores disfrazados
un día
para vos y para mí
un día para gastarlo
tomados de la mano.
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