TEORÍA POLÍTICA (GRECIA)


GRECIA

El día amaneció más gris y húmedo que de costumbre. El campamento está cubierto de una bruma enceguecedora y los hombres se reúnen alrededor de una fogata ubicada en un terraplén en la parte sur, junto al camino que conduce al río. Yo trato de protegerme del frío arropándome con una manta pero está helada y humedecida. Las cadenas no me permiten salir del cambuche en el cual duermo desde que llegamos al campamento. Te aproximas y me entregas una totuma llena de agua de panela caliente. El líquido me conforta, pero el frío no me abandona.

Lentamente los hombres se van desplazando y comienzan a realizar sus actividades cotidianas, consistentes, de manera genérica, en labores de vigilancia y recolección de madera para la cocina. El comandante, entre tanto, se encuentra entrenando a los cuatro chicos, que están con nosotros, en el manejo de las armas y otras actividades de guerra. Te acercas nuevamente y me traes una hogaza de pan y un trozo de queso. Te observo caminar, apoyado como siempre en un improvisado bastón de madera. Tu rostro da muestras de dolor pues, me explicas, con el frío se te recrudecen las heridas y sientes unos tirones en la articulación de la rodilla herida que casi te impiden caminar. Te sientas a mi lado y  te quedas en silencio, como esperando que te siga contando acerca del surgimiento de las ideas políticas a través de la historia de la humanidad.

Sé que eres un hombre bueno, que estás allí, en el monte, peleando con un fusil en la mano, porque esperas que haya un cambio en las condiciones sociales de los desposeídos del mundo. Te miro y me pareces un soñador casi aniquilado por tus propios sueños, un muchacho campesino nacido en medio del conflicto y la miseria, alguien que no tiene nada que perder y que vive entre sueños con la esperanza de ganar un mejor destino. En esta guerra absurda todos somos víctimas y victimarios. Consideramos al otro enemigo hasta que podemos verlo de cerca y nos damos cuenta que solo somos habitantes de un pueblo que sueña y que todos vivimos, así no lo entendamos, en medio de la pesadilla de ser humanos.

Con los griegos la humanidad desarrollará toda una teoría de la política y el poder. Sus habitantes se reunirán en pequeñas ciudades Estados, denominadas Polis, las cuales, cada una a su manera, crearán una forma particular de gobernar, pero conservando unos elementos comunes que serán desarrollados posteriormente por la civilización occidental. Por ello han sido denominados los padres de la cultura. De entre ellos saldrán pensadores que lograron estructurar una teoría política más acabada y darán las bases para el desarrollo no solo político, sino filosófico y cultural de la humanidad.

Eran un pueblo animista por excelencia. Ellos, que apenas estaban descubriendo la ciencia, que confundían en un solo conocimiento la gimnasia, la lógica y la estética, que se asomaban asombrados a un mundo sorprendente del cual no tenían explicación valedera, fueron construyendo una mitología para lograr explicarse el mundo de una manera adecuada e inventaron dioses responsables de todo hecho de la naturaleza y de todo acto humano, dioses que han muerto lentamente bajo el impulso de la ciencia: no se te olvide nunca: el papel de la ciencia es matar dioses. A medidas que el hombre da una explicación racional a los fenómenos de la naturaleza los dioses se mueren, así murieron ya, por solo darte algunos ejemplos, el dios del fuego y el dios del trueno y la diosa de la agricultura y tantos miles de dioses que fueron reemplazados por el conocimiento científico.

Entre las muchas historias que inventaron, tratando de darle una explicación primitiva al mundo, hay una que siempre me ha parecido muy interesante y que trataré de resumirte, a riesgo de no ser históricamente muy preciso. Existía una mujer que se llamaba Pandora, la cual se enamoró de un joven apuesto cuyo nombre era Epimeteo. Pandora y Epimeteo decidieron casarse y a la boda invitaron a todos los dioses. Durante los festejos los dioses buscaron a Pandora y le contaron de los planes que tenían para poblar la tierra con diferentes especies animales. Es nuestro deseo, le dijeron, que sobre todas las especies reine una en particular: el hombre. El hombre viviría eternamente feliz dominando la tierra. No sufrirá, no se enfermará, no lo atacará la muerte. Su vida estará cubierta de gozo durante toda la eternidad pero, para que este destino proyectado para el hombre se cumpla, esta cajita que te entregamos nunca debe abrirse. Los dioses nombraron así, a Pandora, la guardiana de la caja.

Terminada la fiesta los dioses ascendieron al monte Olimpo, su lugar de residencia, y Pandora se quedó sola en casa. Empezó a escuchar unos ruiditos que provenían de la caja y movida por la curiosidad la abrió. De la caja escaparon la enfermedad, el dolor, la angustia, el amor, la muerte, en fin, todos los males y todas las pasiones humanas, las cuales se diseminaron por el planeta. Pandora, asustada, cerró la caja pero continuó escuchando ruidos al interior de esta y, movida otra vez por la curiosidad, la destapó de nuevo. En el fondo de la caja encontró, aferrada, a la esperanza. Es importante que comprendas qué hacía la esperanza allí, en medio de los males. La esperanza es un mal porque cuando nos aferramos a ella no solucionamos los problemas. Te repito. Esto es importante que lo tengas en cuenta. No puede vivir el hombre aferrado a la esperanza. La esperanza niega la acción. Ningún problema se arregla cuando en lugar de buscar la solución adecuada dejamos todo en manos de la esperanza. Es lo que le está pasando a nuestro pueblo en estas horas de guerra absurda. Estamos cobijados con el manto de la esperanza y sufrimos con resignación los ultrajes con los cuales nos agobia un conflicto que promete la paz mientras en todas partes se masacran los derechos humanos.

Los dioses, decepcionados, retornaron donde Pandora y le explicaron que si bien ella ya había cerrado toda posibilidad a una vida eternamente feliz para la especie humana, no podía interrumpirse el plan de la creación, que por lo tanto le dijese a Epimeteo que, acompañado de su hermano Prometeo, fuese al día siguiente a repartirle las armas a los animales, incluido el hombre, porque, debido a que las pasiones y los males estaban habitando el mundo, la naturaleza se había convertido en una guerra de todos contra todos y se hacía necesario que cada especie tuviese los elementos suficientes para sobrevivir en un mundo caótico, dominado por la fuerza.

Prometeo, que era un ser alegre, poseído  por el ansia de divertirse, y que le gustaba burlarse de los dioses, se escondió con las diosas en el monte Olimpo y se embriagó toda la noche. Epimeteo, fiel al mandato de los dioses, se levantó temprano y repartió las armas entre los animales. A unos les dio el veneno, a otros las garras, a los demás las púas urticantes, el mimetismo, la capacidad de nadar, en fin, repartió todas las armas, pero se le olvidó el hombre. Por esta razón es conocido en la historia con el nombre del olvidadizo o el gran olvido.

Cuando Prometeo descendió del monte Olimpo se encontró al hombre desnudo, tirado en un rincón, tiritando de frío y ya no había ninguna arma qué regalarle. Conmovido, ascendió nuevamente al monte Olimpo y en una caña se robó una llamita de fuego y se la regaló al hombre. El hombre ha utilizado el fuego no solo como arma sino como herramienta. Según el mito griego el fuego hará del hombre una especie diferente. No la mejor especie. Quiero que comprendas esto porque debemos romper el paradigma que el hombre es la mejor especie. Estaría mejor la naturaleza si no existiese el hombre. Los hombres quebrantamos la armonía de todo cuanto existe. Somos una especie virus que llega a un lugar y acaba con los recursos para luego desplazarse a otro sitio y comenzar su ciclo de destrucción. Como ya estamos agotando los recursos del planeta nuestros científicos, en lugar de encontrar soluciones  que nos permitan vivir en armonía con la naturaleza, andan buscando la posibilidad de habitar otros planetas. Somos una especie que siente vergüenza de su propio cuerpo. Somos la única especie que se viste; tenemos que estar muy feromonados para desnudarnos delante de otros humanos. Hemos perdido incluso la capacidad de comunicarnos a través del olor; no identificamos al otro por su olor como hacen todas las especies animales, nosotros olemos a esencias y perfumes finos y si alguien nos huele a humano nos huele mal. Pero también somos la especie de la poesía, de la ternura, de las creaciones culturales y las locuras de amor. Somos capaces de ascender a un risco de trescientos metros con la finalidad de coger una flor para regalarle a una mujer que odiaremos profundamente dentro de algunos años, cuando se nos mueran las hormonas y se marchite la pasión. Pero una cosa sí es cierta: somos la especie dominante. Cargando nuestros errores y aciertos, como un fardo a las espaldas, hemos logrado dominar el planeta e imponernos sobre todas las otras especies y esto es lo que importa, es nuestro punto de partida para construir una historia humana sobre esta desolada tierra de dioses absurdos. Quiero que le prestes atención a este mito prometeico porque, sea cierto o no, nos permite explicarnos, al menos de una manera racional, el caminar de los hombres a través de los laberintos de la sinrazón y del tiempo.

Pero lo que nos interesa de los griegos, para no desvariar en los recovecos de la historia y las mitologías antiguas, es que de ellos surgen algunos pensadores políticos que construirán una verdadera teoría en torno a estos asuntos del poder entre los hombres. Permíteme te cuento un poco de las cosas que pensaban. Así te darás cuenta de la importancia que tienen para que podamos entender la causa de las guerras y los sueños.

El poeta Hesíodo de Beocia, en un bello poema llamado Trabajos y días contó la historia de las clases campesinas, oprimidas por los nobles. Se imaginaba que el hombre había vivido distintas edades, las cuales denominaba de oro, de plata, de cobre y de hierro y contaba como los hombres, poco a poco, fueron abandonando la edad dorada y se convirtieron en opresores y oprimidos, sujetos a las ambiciones y a las más bajas pasiones.

Esta explotación por parte de algunos nobles llevó a que se presentaran grandes revueltas sociales que terminaron por darle el poder a los desposeídos, con lo cual se presentó el nacimiento de la idea de la democracia como el gobierno del pueblo, aunque esta situación no fue permanente pues los aristócratas retomaron nuevamente el poder, iniciándose así una lucha entre la aristocracia y la democracia que duró durante muchos siglos y que, incluso, hoy en día perdura en algunos lugares del mundo.

Igualmente encontramos una concepción definida de la idea política en los escritos de Homero, poeta que nos cuenta las primeras guerras griegas y que equipara al rey con el héroe mítico, legendario guerrero conductor de su pueblo, o en Heródoto, quien,  ya en el siglo V a de C., escribió un hermoso texto llamado el diálogo de los tres magos, en el cual analizó las tres formas de gobierno que van a ser constantes entre los griegos: la democracia, que podemos definir diciendo que es aquella forma de gobierno en la cual todos los ciudadanos toman las decisiones y tienen derecho a acceder al poder; la aristocracia, o sea el gobierno de unas pocas personas de origen noble; y la monarquía, que es el gobierno de un solo hombre y que, para Heródoto, será la única forma posible de un buen gobierno.

La primera vez que encontramos una teoría completamente desarrollada de la idea política va a ser en la isla de Mileto, con un personaje llamado Hipodamo. Es un arquitecto del cual se dice que fue el inventor de las calles en sentido moderno. Antes de la construcción de la ciudad de Rodas, obra de Hipodamo, se construía de manera desordenada pero este arquitecto señaló que lo mejor era construir las casas en cuadrados alineados, con lo cual se haría más fácil la defensa de la ciudad. Es al menos curioso que si bien no se tiene memoria de quien inventó el tornillo o las tijeras u otro cualquier de los inventos que han transformado a la humanidad sí se guarde memoria del inventor de las calles.

Hipodamo no era ciudadano griego. Era un meteco, es decir un extranjero que vivía como hombre libre en territorio griego. De él dijo el filósofo Aristóteles, conocido en la historia como el estagirita por haber nacido en la ciudad de Estagira, y del cual te hablaré luego, que fue el primero hombre que sin haber ejercido nunca cargos públicos logró desarrollar la idea de una excelente Constitución. Este concepto de Aristóteles es una de las mayores alabanzas que puedes encontrar en la historia, pues Aristóteles, fundador de la filosofía dialéctica y del monoteísmo filosófico, quien era igualmente meteco, fue un profundo estudioso de las constituciones políticas griegas y un hombre avezado en el tema.

Por ser meteco Hipodamo no podía participar activamente en la vida política y fue, a lo mejor, esta misma condición la que le permitió desarrollar toda una teoría política, pues al no tener ambiciones de poder su pensamiento no se vio influenciado por elementos extraños y pudo así construir una teoría pura del manejo del Estado.

Como arquitecto partió de una división numérica de la sociedad y sus instituciones. Lo primero que planteó al imaginar el Estado perfecto es su estructuración en ciudades pequeñas, de un máximo de diez mil ciudadanos, lo cual significaba que, sumados metecos, esclavos, también llamados ilotas, y ciudadanos libres, el Estado ideal estaría compuesto por aproximadamente cien mil personas. En lo que hace relación a la organización de la ciudad y sus instituciones estableció una tridivisión en todas las escalas, que podemos resumir así:

Las clases sociales se componían la primera por los hombres selectos, encargados de todo lo que tenía que ver con la organización y administración de la ciudad. Eran ellos los que hacían las leyes y tomaban las decisiones. Una segunda clase estaba conformada por los hombres robustos, encargados de los asuntos militares, en especial de la defensa del Estado. Finalmente estaban los hombres laboriosos que eran los encargados de producir los bienes de consumo necesarios para el funcionamiento de la sociedad. Como ves, poco ha cambiado la distribución del poder desde los tiempos lejanos. La única diferencia es que en esta época existían esclavos a los cuales no se les daba ni siquiera la condición de humanos. Esta división de la sociedad en clases se convirtió en una tendencia clásica en la antigüedad, dado que daba mayor importancia a las  personas según sus características de grupo por encima del ciudadano individualmente considerado.

Dividió al mismo tiempo a cada clase en tres subcategorías. A los hombres selectos  en un grupo encargado de analizar las necesidades de la comunidad, otro, al cual denominó Senado, encargado de crear las leyes y, finalmente, un grupo encargado de la ejecución de las leyes. A los hombres robustos los dividió en un grupo de oficiales, un cuerpo de hombres seleccionados entre los mejores que servían de apoyo en caso de emergencia y un grupo, mayoritario, de soldados activos. Finalmente segmentó a los hombres laboriosos en agricultores, artesanos y comerciantes.

La tierra estaba dividida en sagrada, al servicio del culto a los dioses, pública, o sea perteneciente al Estado, y privada, en poder de los ciudadanos.

En cuanto a su concepción sobre quiénes debían gobernar no fue muy estricto. Admitió la posibilidad de que fueran elegidos indistintamente hombres de todas las clases sociales, para los cargos públicos. Al plantear el sistema electivo para seleccionar a los gobernantes se acercó al concepto griego de la aristocracia ya que, para los antiguos griegos los gobernantes aristocráticos se elegían, en tanto los democráticos se escogían al azar.

Sin embargo no vayas a pensar que Hipodamo era partidario de la aristocracia sin limitación; solo la aceptaba si se lograba establecer un sistema rotativo en las elecciones, con la finalidad de impedir que los aristócratas se anquilosaran en el poder. Por el contrario, junto a la tiranía, consideraba la aristocracia cerrada como El Destaca de la democracia la una forma impura de gobierno pues solo reconocía como formas puras la realeza, la aristocracia restringida y la democracia. En realidad era partidario de un gobierno mixto en el cual el poder debería radicar en un monarca pero con un amplio margen de participación popular al conceder poder decisorio a las mayorías democráticas.

A fin de lograr la armonía entre los hombres propuso una doctrina igualmente tripartita en la cual señalaba que mediante las creencias se regulaban las pasiones de los hombres. Señaló que con un adecuado manejo de los gustos y las costumbres se lograría el equilibrio  en el carácter y que, acudiendo a las leyes, se apartaría al ciudadano del mal, ya fuera por el temor al castigo o por la esperanza de una recompensa; a través de este esquema doctrinario esperaba alcanzar la realización de lo honesto, lo justo y lo útil.

En lo relativo a las leyes estableció, igualmente, tres categorías: leyes contra la ambición, leyes contra los daños ocasionados a terceros y leyes contra el homicidio. Y para hacer efectiva la realización del derecho propuso la creación de un tribunal superior compuesto por ancianos designados al azar, quienes se encargarían de fallar, en última instancia, los litigios que se pudiesen presentar.

Otros elementos de la teoría política de este pensador estaban referidos a la educación de la juventud, para lo cual planteó una formación en estrictos valores morales y un permanente acercamiento entre jóvenes y ancianos, a fin de moderar un poco los ímpetus de la juventud, al tiempo que se lograba morigerar los rigores de la soledad en los hombres mayores.

Combatió encarnizadamente a los sofistas, filósofos que, según él, lo único que hacían era engañar con argumentos amañados y que, a más de esto, cobraban por sus enseñanzas; los consideraba enemigos de los dioses y, por lo tanto, enemigos de la ciudad, y peligrosos para la educación de la juventud.

Por último podría decirte, entonces, que Hipodamo fue un pensador tradicionalista que propendió por la conservación del Estado tal como estaba estructurado en ese momento en la Grecia antigua, pero que con su concepción de una realeza de poderes limitados, una aristocracia que se alternaba en el poder y un amplio margen de decisión en manos de las masas populares nos presentó un primer esbozo de las democracias parlamentarias que adquirirán plena vigencia en la época posterior a las grandes revoluciones del siglo XVIII.

Ya con Hipodamo encontramos tres grandes propuestas acerca de quién debe gobernar. En primer lugar la monarquía, que nos dice que el poder debe estar en manos de una sola persona, encargada de crear las leyes, administrar y aplicar justicia, persona que si bien puede delegar sus funciones será, en última instancia, quien tome las decisiones; la aristocracia, sistema en el cual gobiernan unos pocos elegidos por sus calidades de nobleza y de alcurnia, y la oligarquía, que no es otra cosa que el gobierno de un pequeño grupo de personajes que apoyan su mandato en el poder económico. Sobre esta tríada giró toda la concepción política griega. Ahora trataré de explicarte las ideas que en torno a lo político concibieron algunos otros personajes griegos.

Otro de los pensadores importantes de esta cultura fue Pitágoras, quien vivió entre los años 571 y 597 a. de c., y quien es más conocido por sus aportes a la ciencia matemática. En cuanto a su teoría política predicaba que los hombres tienen necesidad de un amo, que deben someterse a un orden establecido, porque de lo contrario reinaría la anarquía. Consideraba que los gobernantes debían tener unas cualidades especiales, que deben ser los mejores moral e intelectualmente. Creó las Heterías o ligas pitagóricas, organizaciones entre religiosas y políticas en las cuales sus miembros compartían tanto los dormitorios como la comida y una serie de actividades tales como la música y el estudio de la ciencia. Los miembros de estas ligas eran defensores de la aristocracia, razón por la cual cada vez que triunfaban los partidarios de la democracia lo primero que hacían era disolver las ligas y proscribir a sus miembros.

Uno de los principales filósofos griegos que se preocupó por los asuntos políticos fue Heráclito, es considerado como uno de los fundadores de la dialéctica, teoría que, en sus concepciones idealistas y materialistas, ha sido retomada por grandes pensadores modernos, entre ellos Hegel, quien defiende un idealismo dialéctico y Carlos Marx, quien propugna por un materialismo dialéctico. Heráclito decía que el mundo está en cambio permanente, que nada es fijo sino que todo está mutando constantemente. Explicaba esto diciendo que “no se puede entrar dos veces en el mismo río” y que “no se puede tocar dos veces a un mismo cuerpo”, es decir, aquella mujer que abrazamos ayer si la abrazamos hoy ya se le habrán muerto algunas células y la habrán nacido otras nuevas y ya tendrá otros pensamientos diferentes, por lo tanto ya no es la misma mujer que abrazamos ayer.

Era partidario de la esclavitud, la cual justificaba expresando que según las leyes del cosmos unos hombres están destinados a ser libres y otros esclavos. Era, además, partidario de la aristocracia la cual defendía exaltando la superioridad de unos pocos sobre la masa ignorante, a la cual comparaba con un niño menor de edad.

Por su parte Demócrito fue partidario de la democracia esclavista que era defendida por los comerciantes e industriales griegos, a la cual se opondrá el idealismo de Platón, filósofo fundamental de la teoría política griega y del cual te hablaré un poco más adelante. Decía Demócrito que los esclavos eran simplemente una herramienta para sus amos y que no tenían ningún derecho. 

Para explicar el origen del Estado se remontaba hasta el hombre primitivo el cual vivía en un estado de rebaño, sin vestimenta, ni vivienda, ni ningún ánimo de acumular riquezas. Este hombre primitivo aprendía por imitación de los animales al tiempo que desarrollaba distintos artes y oficios como el tejido, la vivienda y el canto. Su necesidad de sobrevivir lo llevó a unirse a otros hombres, dando así origen al Estado.

Consideraba que el hombre debe vivir moderadamente, sin dejarse llevar por la ambición. Que si una persona ambiciona poco todo lo que consiga le parecerá una gran riqueza; con ello justificaba que algunas personas se apoderen de todas las riquezas a pesar de la miseria de la gran mayoría que deberá vivir satisfecha con lo poco que tiene. A fin de evitar que los desposeídos se rebelen contra este estado de cosas señalaba a los poderosos la imperiosa necesidad de ayudar a los más necesitados. Esta idea no es nueva, ¿recuerdas?, ya la habíamos visto cuando hablamos de los filósofos chinos. Como puedes ver las ideas se repiten y repiten a través de la historia, como te dije, seguimos siendo los hombres de las cavernas.

Otra idea importante de Demócrito es la de considerar al Estado como un todo que está por encima de los ciudadanos. Esta idea será conocida posteriormente como ultra o meta personalista, ya te hablaré de ella algún día, cuando trate de explicarte el régimen nacional socialista que se pretendió implementar en Alemania durante el periodo de la segunda guerra mundial. Sí. Te hablaré de ello si acaso no muero en este cautiverio o si tu comandante no se decide a liberarme pronto.

Además pensaba, acertadamente, que el Estado y las leyes existen porque el ser humano no es capaz de utilizar adecuadamente su libertad. Decía que si los hombres no se atacaran los unos a los otros no sería necesario establecer niveles de autoridad pero que, como los hombres no son prudentes sino que están cargados de ambiciones, terminan por atacarse los unos a los otros y se hace necesario, entonces, crear leyes para regular su actividad.

Podría decirse, entonces, que Demócrito era partidario de una democracia moderada, bajo el dominio de los esclavistas, con lo cual se oponía a una democracia en sentido amplio, que era defendida por grandes sectores de la comunidad.
Sería innumerable relatarte lo que pensaron todos los filósofos griegos sobre las ideas políticas, baste con decirte que en este período de la historia griega surgieron grandes pensadores descollando, entre ellos, la escuela de los estoicos que negaban el Estado y la posibilidad de un verdadero conocimiento y al cual pertenecieron filósofos como, Protágoras, Giorgias de Leontina, Hipias, Callicles, entre otros, quienes, en términos generales, propusieron la separación entre el poder divino y las leyes humanas y fueron cimentando, sin proponérselo, unas teorías que permitieron el afianzamiento de la democracia.
El gran defensor de la democracia, se llamó Pericles. Fue un gran orador y político que vivió en el siglo V a de C. Su gobierno se conoce en la historia como el “Siglo de Oro”, gracias a la estabilidad que dio a la ciudad de Atenas, de la cual era gobernante. Fue considerado un hombre virtuoso y honesto y es reconocido en la historia como uno de los más grandes gobernantes que hayan existido jamás. Como una anécdota curiosa lo llamaban el Olímpico. Algunos historiadores dicen que por lo potente de su voz y otros aseguran que el sobrenombre era debido a una protuberancia que tenía en la cabeza, desde el momento de su nacimiento, y que se asemejaba al monte sagrado de los griegos.
Pericles pronunció un discurso en el homenaje que el pueblo ateniense le rindió a los muertos en la guerra del Peloponeso y en dicho discurso hizo una defensa profunda de la democracia como forma de gobierno, asegurando que sus características fundamentales son la isonomía o igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y la isegoría o libertad de todos para expresar su opinión.
Contrario a los postulados de Platón y Aristóteles, dos filósofos y politólogos enormes de los cuales te hablaré un poco, Pericles postuló que en la democracia ateniense el hombre corriente, el artesano, el campesino, el hombre dedicado a sus labores cotidianas es un ser político, un ser que debe obediencia a la patria, pero que tiene al mismo tiempo el derecho a participar en los asuntos del Estado. Para este pensador todo aquel que no participa decididamente en la actividad política es un ser inútil.
Destaca como rasgo fundamental de la democracia ateniense la filantropía o amor por los hombres que hace qué, contrario a lo acostumbrado en las otras ciudades Estado griegas, el extranjero sea tratado casi en igualdad de condiciones.
La elección de aquellos que deberían gobernar se realizaba por sorteo, con excepción de los funcionarios que debían manejar grandes sumas de dinero y los diez generales que dirigían los ejércitos; este sistema llevaba a que se eligieran para los cargos de manejo económico a los hombres más ricos, puesto que con ello se garantizaba que en caso de presentarse desfalcos el funcionario tuviese capacidad económica para responder y que, en cuanto a la conducción del ejército, esta se hiciese por hombres avezados en el arte de la guerra.

Otro aspecto que es necesario destacar de la concepción democrática ateniense es el aprecio que se tenía por el trabajo manual como una forma de engrandecer a los hombres, en una sociedad que consideraba que no es la pobreza lo que debe avergonzar sino el no ser capaz de salir de una difícil situación, mediante un trabajo continuo y laborioso.

En el epitafio a los héroes de la guerra del Peloponeso Pericles anunció, tal vez por primera vez en la historia, los postulados fundamentales de la democracia, que serán repetidos, veintitrés siglos después, por los gestores de la revolución francesa: “Libertad, igualdad y fraternidad”, los cuales son, en palabras del insigne orador, las causas fundamentales de la prosperidad de la ciudad Estado. 

Esta teoría de la democracia no fue siempre entendida como la posibilidad que tiene cada ciudadano de llegar a ser gobernante, lo cual lleva a que todos y cada uno de los individuos que pertenecen a la ciudad deban saber gobernar, por el contrario, muchos pensadores, entre ellos Platón, la van a entender como el gobierno de las multitudes, lo cual crea un orden que, por carecer de un poder fuerte y centralizado, solo conduce al caos y al desequilibrio social. No alcanzaron los griegos a entender el concepto moderno del constituyente primario con posibilidades de delegar en instituciones estables su potestad. Veían a la democracia como un gobierno anárquico que conducía a la demagogia y a la falta de una buena administración. Además, es conveniente que sepas que cuando los griegos hablaban de democracia no se referían al ejercicio político por parte de todas las personas pues tenían establecidas castas sociales prácticamente inamovibles. Existían los esclavos, denominados ilotas, los cuales no tenían ningún derecho, eran prácticamente asimilados a la condiciones de animales, cuyo único destino era producir bienes para su amo; también estaban los periecos, ciudadanos de otros Estados griegos, quienes sin tener derechos civiles en la ciudad sí podían comerciar, luego encontrábamos a los extranjeros, que recibían el nombre de metecos y que no tenían derechos políticos pero podían, igualmente, comerciar y, finalmente, estaban los hombres libres, atenienses con todos los derechos civiles y políticos, grupo que estaba constituido aproximadamente por un diez por ciento de la población.

Para que comprendas lo complejo del pensamiento político griego es necesario que hablemos un poco sobre las teorías que fueron enunciadas por Platón, un filósofo  que vivió en Atenas, entre el año 427 y el 347 a. de C. Era discípulo de Sócrates. ¡Ah Sócrates! uno de los grandes pensadores de todos los tiempos, a pesar de que nunca escribió nada. Sus ideas fueron divulgadas por sus discípulos, sobre todo Platón y Jenofonte. Déjame que, antes de profundizar el pensamiento platónico, te hable un poco de las ideas políticas de Sócrates. Aun cuando compartía muchas de las ideas de los sofistas era un idealista, contrario a las ideas materialistas y democráticas de aquellos. Fue condenado a beber un veneno llamado cicuta, bajo la acusación de que desconocía los dioses oficiales y corrompía a la juventud griega. Su filosofía estuvo encaminada a la necesidad de establecer leyes universales que explicaran las cosas, pero no nos interesa su pensar filosófico, Estoy aprovechando estos largos espacios de ocio, a los cuales me obliga este cautiverio al cual estoy sometido, para explicarte un poco las ideas políticas; con ello no desconozco la grandeza de estos hombres como filósofos pero, ya te dije, mi pretensión es explorar un poco el pensamiento político.

Sócrates era amante de la aristocracia. Defendía un gobierno dirigido por unos pocos hombres preparados para gobernar. Señalaba que gobernar era un arte que se aprendía bien por nacimiento o mediante una esmerada educación; según él no todos los hombres estaban preparados para gobernar, razón por la cual combatía la elección por sorteo, que era común en la democracia ateniense, y se oponía a que los comerciantes y artesanos fuesen miembros de las asambleas populares.

En cuanto a las leyes pensaba que existen unas leyes divinas no escritas que son el fundamento de las leyes humanas, leyes que deben acatarse en todos los lugares del mundo, sean o no escritas, tales como la adoración a los dioses y el respeto a los padres; enseñaba que como las leyes escritas están fundamentadas en las leyes divinas tanto las unas como las otras deben ser acatadas, con lo cual legitimaba las leyes creadas por los hombres, siempre y cuando fuesen justas; equiparaba la justicia y la legalidad. Ello lo llevó a acatar las leyes implementadas por la democracia esclavista, a pesar de su predilección por la aristocracia.

Para que te hagas una idea del momento histórico del cual te hablo te diré que en esta época se dieron grandes batallas entre los pueblos griegos, batallas conocidas como la guerra del Peloponeso, confrontación en la cual ganó la liga dirigida por Esparta y se presentaron grandes penurias en Atenas, lo cual llevó a que se confrontara duramente a la democracia esclavista, presentándose, incluso, dos golpes de Estado, en los años 411 y 404 a. de C., los cuales fracasaron, retornando nuevamente la democracia.

 Pero volvamos a Platón. Este ateniense era un profundo admirador de Esparta. Para que comprendas el mundo platónico, que como ya te dije se enmarca dentro del periodo histórico en el cual se libran las guerras del Peloponeso, hay que decir que durante este periodo en Grecia existían dos ciudades dominantes: Atenas y Esparta. El pueblo ateniense era supremamente culto, dedicado a la filosofía y al ejercicio de las artes, lo cual no quiere decir que no fueran un pueblo guerrero, pero para ellos era muy importante el cultivo del espíritu, tal como lo podemos observar en la literatura, la escultura y en general en las obras de arte que legaron a la posteridad; el pueblo espartano, por el contrario, era un pueblo eminentemente guerrero y poco se preocupaba por cultivar las obras del espíritu. Platón, que de joven participó en las guerras del Peloponeso, era, como te dije, un profundo admirador de este espíritu guerrero del pueblo espartano.

Era descendiente de familias nobles, emparentado con el rey Codro, y por lo tanto su percepción del poder se inclinaba más hacia los gobiernos monárquicos; en realidad era un profundo contradictor de la democracia, pues consideraba que el pueblo no estaba en capacidad de gobernar dada su falta de cultura y sabiduría. Creará una de las obras filosóficas más perdurables a través de los siglos. Sus textos más importantes y en los cuales expone toda su teoría en torno al Estado son la República y las Leyes.

Desde su concepción filosófica es un idealista. Sostenía que las ideas están en el alma  antes de nacer y que una vez que el hombre entra en contacto con la realidad se produce el conocimiento, un reflejo del mundo ideal, del cual los objetos son meras sombras; de allí deriva que la sociedad y el Estado son realidades que deben parecerse a las ideas que de ellos tiene concebida el alma. Basado en estos conceptos atacó a la democracia ateniense y defendió las instituciones espartanas, propugnando por una dictadura de los mejores hombres sobre las masas esclavas y desposeídas.

Desde muy joven desarrolló la teoría de que los magistrados encargados de la administración estatal deberían ser hombres sabios, sobre todo iniciados en la filosofía. Con la finalidad de llevar a cabo esta idea viajó en tres oportunidades a la ciudad de Siracusa con la finalidad de instruir a Dión, joven pretendiente al trono de dicha ciudad, pero es desterrado por Dionisio I el viejo, cuñado de su joven discípulo, con lo cual se frustra su proyecto, el cual será puesto en marcha, algunos años después, por el rey Arquitas de la ciudad de Tarento, aun cuando sin mucho éxito.

Esta teoría que propugna por el poder en manos de los sabios recibe el nombre de sofocracia, del griego Sophon o poder de la sabiduría. La principal característica de la sofocracia es que el gobernante, además de la sabiduría, debe tener un temperamento que no sea demasiado benigno ni demasiado violento, dado que lo primero dejaría al Estado a merced de otros Estados con carácter beligerante y lo segundo conduciría, inevitablemente, a que el gobernante, haciendo uso de su carácter, declarase la guerra a los Estados vecinos. Este carácter moderado pero fuerte hará hombres mejores, templados en una verdadera sabiduría del cuerpo y del espíritu. De allí se deriva la necesidad de que el filósofo llegue a ser rey o de que el rey se convierta en filósofo y es aquí donde encontramos la idea que quiso implementar en sus viajes a Siracusa donde, como ya te dije, puso su empeño en convertir al joven Dión en un filósofo versado en las artes de gobernar.

Era partidario del poder arbitrario, toda vez que estaba convencido que el gobernante debe obrar para solucionar cada caso en particular, pero que no debe crear leyes de carácter general. Consideraba igualmente el poder como totalitario, pues no se debe dejar al ciudadano en libertad de obrar sino que, al contrario, todos los ciudadanos deben estar sujetos al Estado.

Atacaba a los sofistas, a los cuales ridiculiza en sus diálogos, porque consideraba que sus ideas llevaban a la utilización de la fuerza como medio de obtener y conservar el poder, contrario al concepto, bien definido en él, que el poder se alcanza y se conserva por el convencimiento y el consentimiento de los súbditos.

Pensaba que cada hombre debía especializarse en un determinado trabajo para que pudiese realizarlo de manera adecuada, puesto que si alguien se dedica a muchos oficios no logrará la perfección en ninguno de ellos. De allí parte su idea de la división de castas, la cual está fundamentada en la desigualdad de los hombres, muy unida a su teoría del mundo de las ideas. Sostenía que un hombre es superior a otro porque en el mundo ideal tuvo una mayor capacidad para comprender la realidad de las cosas.

Para explicar la desigualdad entre los hombres los dividió en tres grupos o castas, a la primera de las cuales los dioses mezclaron el oro, a la segunda, la plata y a la tercera el hierro y el cobre. La primera casta, la de oro, estaba integrada por los filósofos, encargados de gobernar; la segunda, la de plata, por los guerreros, y la tercera, de hierro y bronce, por los artesanos y labradores.

Tanto los filósofos como los guerreros debían tener como única función el gobierno y la defensa del Estado. Por ello no era conveniente que tuviesen bienes propios, las mujeres debían ser comunes, a fin de evitar que el deseo de defender sus riquezas o su familia, prevalecieran sobre los intereses de la ciudad.

Pensaba, igualmente, que las castas no eran inamovibles, que de hombres de oro podían nacer hombres de plata o de bronce y hierro y que de éstos era posible que surgieran hombres de oro, es decir, que no se pertenece a una casta por nacimiento sino por las cualidades personales de cada individuo; por ello la educación, que debía ser igual para niños y niñas, estaría a cargo de personas mayores encargadas de seleccionarlos, según sus cualidades individuales.

En muchos aspectos era, ya te lo dije, admirador del régimen espartano, de corte militarista y con rezagos matriarcales, razón por la cual consideraba que los esclavos debían ser dominados por la fuerza y que las mujeres jóvenes deberían recibir igual educación que los hombres y tener iguales derechos sociales y políticos.

En cuanto a su clasificación de las formas de gobierno consideraba que el Estado ideal es la aristocracia a la cual define como el gobierno de los mejores y los más sabios; por debajo de esta colocaba a la timocracia o gobierno de aquellos que tienen más honra, honor y reconocimiento social; en tercer lugar ubicaba a la oligarquía o gobierno de los ricos; finalmente veía a la democracia o gobierno del demos, del pueblo, como la peor de todas las formas de gobierno.

Consideraba que estas formas se van sustituyendo unas a otras, debido a la corrupción, al egoísmo de los gobernantes y a la aparición de grandes sectores de la población que pretenden vivir a expensas del Estado. Partió de señalar a la aristocracia como el tipo de gobierno ideal, el cual se corrompe porque los guardianes del Estado se convierten en seres ambiciosos que explotan a los súbditos, dando nacimiento, entonces, a la timocracia, la cual desintegra el Estado ideal al permitir la mezcla de los hombres de oro, plata y cobre; en este Estado pervertido surge la propiedad privada y ascienden al poder hombres que no están capacitados para gobernar.

Como una respuesta a esta situación surge la oligarquía en la cual unos pocos ricos se apoderan del poder y comienzan a ejercerlo en su propio beneficio; esta es una crítica a la clase industrial y comerciante de Atenas, en la cual veía Platón el origen de grandes males. Aseguraba que este monopolio económico que ejerce la clase adinerada incrementa las penurias de la población, la cual se subleva contra este estado de cosas dando nacimiento a la democracia, que solo trae más miseria y una anarquía generalizada y que obliga a que, para acabar con el caos, surja un tirano que será derrotado a la vez por los hombres más sabios de la sociedad, los cuales implementarán nuevamente la aristocracia, cerrando así el círculo vicioso de las formas de gobierno.

El proyecto político que te he narrado hasta aquí es consignado en un bello texto que recibe el nombre de La República, pero ya en su vejez escribe otro texto denominado De Las Leyes, en el cual, sin abandonar muchas de las ideas expresadas en su primer proyecto político sí establece un régimen más cercano a la realidad ateniense de la época. En primer lugar reconoce la conveniencia de la propiedad privada, pero bajo unas limitaciones que permitan su regulación adecuada. Establece que si bien la tierra, como todos los bienes,  es propiedad del Estado, ésta se debe dividir en 5.400 parcelas, número que correspondía a la cantidad de ciudadanos que tenía el Estado. Este derecho era hereditario pero solo recaía en uno de los hijos del ciudadano difunto, a los otros se le podrían otorgar terrenos de familias que no dejasen herederos. Trata igualmente el tema del control de la natalidad con la finalidad de limitar el número de ciudadanos e incluso propone que el excedente de población sea trasladado a las colonias.

Dividió a la sociedad en cuatro clases sociales de acuerdo a su valentía personal y familiar, su fuerza, su belleza física y, sobre todo, por la abundancia de bienes que se posean. No obstante establece un límite a la riqueza con la finalidad de que no se agudice la diferencia entre ricos y pobres. A pesar de estos aspectos, que podrían llevar a pensar equivocadamente en un humanismo platónico, el papel de los distintos grupos que habitaban el territorio ateniense está claramente definido. Consideraba que los esclavos, sin ningún derecho, debían dedicarse a las labores del campo; a los artesanos y en general a quienes desarrollan actividades físicas no los consideraba ciudadanos pero sí los categorizaba como hombres libres; todo el poder, entonces, estaba en manos de los ciudadanos pudientes, quienes terminan viviendo a expensas del trabajo de los esclavos y los desposeídos.

Según esta nueva concepción platónica el comercio no podía ser practicado por los ciudadanos, era un campo exclusivo de los periecos y los extranjeros. Solo se podían importar los objetos que fuesen necesarios para cubrir las necesidades del Estado y de los ciudadanos libres.

Conservó la idea según la cual los militares deberían vivir una vida comunitaria en los cuarteles, ya sin mujeres comunes pues acepta el concepto de la familia individual; igualmente morigeró su posición en cuanto a la intervención de las mujeres en los asuntos del Estado, limitando su intervención a unos campos muy específicos como la educación y la vigilancia de los matrimonios, entre otros.

No abandona su ideal aristocrático pero si establece la existencia de una Asamblea Popular a la cual, no obstante, deben asistir de manera obligatoria los ciudadanos de más alta categoría, siendo optativo a las categorías bajas el asistir o no. Dicha Asamblea estaría constituida por 360 miembros, elegidos ya no entre los más sabios, sino entre los hombres más prudentes; propone, igualmente, que se nombre un Consejo de 37 gobernantes, elegidos de entre 100 candidatos, los cuales se encargarán de la creación y vigilancia de las leyes y que tendrán un periodo de servicios de veinte años. Con ello abandona la idea del gobierno de los sabios y sujeta el poder a la obediencia de las leyes, las cuales considera que deben ser severas para que los ciudadanos conserven una forma recta de vida.

Termina su nueva concepción política proponiendo un régimen de inmovilidad social en el cual se debe luchar contra las innovaciones que lleven a cambios bruscos en la sociedad, la cual debe permanecer inalterable. Todo cambio severo deberá ser castigado con la muerte. De la misma manera se mostró partidario de una constante práctica de la religión, con lo cual se evitan los excesos y se continúa con la tradición griega que centraba en la religiosidad la gran mayoría de las actividades cotidianas.

Bueno. Dejemos al loco de Platón de lado y hablemos un poco de Aristóteles, otro de los grandes pensadores del mundo griego, tal vez el más grande de todos ellos. Nació en una ciudad llamada Estagira, razón por la cual en la historia se le conoce como el estagirita, Por allá en el año 384 a. de C. y vivió cerca de 52 años, puesto que falleció en el año 322 a. de C.

Como puedes ver era un meteco, un extranjero llegado a Atenas, y como tal no tenía derechos políticos, tal vez por esta razón pudo escribir libremente ya que no tenía ambiciones frente al poder. Parece que el hombre fue un genio, pues escribió sobre casi todos los asuntos conocidos en su época. Se dice que escribió más de 400 libros; lamentablemente casi todos ellos han desaparecido. Su padre, Nicómaco,  fue un médico que sirvió a las órdenes de Aminta, rey de Macedonia. Como comprenderás Aristóteles fue, entonces, educado en la ciencia de su tiempo.

Se trasladó a Atenas e ingresó en la Academia, como se llamaba la escuela de Platón, del cual fue discípulo durante cerca de veinte años. Una vez que falleció Platón fundó su propia escuela que se llamó el Liceo. Allí se dedicó a enseñar a sus propios discípulos, los cuales se conocieron como los peripatéticos, nombre que les dieron por la costumbre que tenía Aristóteles de dictar sus clases en tanto daba largas caminadas.

A pesar de haber sido discípulo de Platón sus ideas terminaron siendo bien diferentes. En primer lugar no estaba de acuerdo con su maestro en cuanto a la concepción del conocimiento a través de la ideas. Para Aristóteles todas las cosas están compuestas de forma y de materia. Explica que la materia es algo potencial, que puede adquirir cualquier forma en tanto la forma, individualiza a la materia y permanece unida a ella. Pero bueno no me interesa explicarte los conceptos filosóficos de Aristóteles, creo que de todas maneras no tengo el conocimiento suficiente para hablarte de eso. Me interesa que entiendas el pensamiento político de este gran pensador. Espera….abren la puerta. Debe ser la chica que nos trae la comida. ¿Cómo se llama? Adelaida. Eso. Adelaida. ¿Te gusta? ¿Verdad? Yo he visto la forma en que la miras. Y, de verdad, es bonita. Si deseas puedes acompañarla cuando salga. Total, con estas cadenas no podría escaparme, así que no es necesario que me estés vigilando todo el tiempo. Sí. Ya sé que tienes órdenes de no dejarme solo. Yo lo decía por si quieres. Ya te lo dije: con estas cadenas no puedo ir a ningún lugar pero, en fin, dejemos el asunto ahí.

Listo. Ya se fue. Comamos un poco en tanto te sigo hablando del ideal político de Aristóteles. Lo primero que te debo decir es que era un defensor de la democracia esclavista. Esto te parecerá absurdo en un hombre de su gran cultura pero, recuerda, los hombres somos resultado de las ideas dominantes en el tiempo en que vivimos y Aristóteles era eso: un hombre producto de su tiempo. Él, como nadie, hizo una apología de la esclavitud. Afirmaba que había hombres destinados a ser esclavos y los identificaba como los bárbaros, es decir, todos aquellos que no eran griegos. Decía que ningún griego podía verse en condición de esclavo pues esto iría contra su naturaleza superior. Creía que los hombres libres deberían disponer libremente de tiempo para pensar y que tenían derecho a poseer todas las cosas que les fueran necesarias para tener una buena vida y que ello se alcanzaba gracias al trabajo de los esclavos que eran simples cosas, así tuvieran cuerpo y alma de seres humanos. Igualmente pensaba que la justicia y la amistad no podían concederse a los esclavos, los cuales debían ser tratados con severidad para evitar que se sublevasen contra sus amos.

Difería de Platón en el concepto de la propiedad privada, la cual defendía siempre y cuando se limitase a la adquisición de los medios necesario para tener una vida confortable. Para ello estableció una diferencia clara entre lo que denominó economía, definiéndola como la cantidad de bienes necesarios para una buena vida, y la crematística, que es el afán desmedido de acumular riquezas. Critica a los comerciantes de su tiempo pues estos se dedicaban a acumular riquezas por encima de los medios que les eran necesarios para alcanzar una vida plena. Recomienda, entonces, que los excedentes sean repartidos entre los más pobres para lograr así el ideal del Estado cual es que todos los ciudadanos tengan la propiedad de los bienes suficientes que les permitan una vida media.

Otras ideas importantes de este pensador antiguo estuvieron relacionadas con la religión como base fundante del Estado. Aseguraba que este no nace de la relación con los dioses sino del hecho mismo de que el hombre es un ser político y que el Estado nace como una necesidad ante la realidad irreversible que el hombre es un ser que vive en comunidad. Argumenta que esta necesidad del hombre de vivir con los demás lo lleva a la constitución de la familia y que el Estado no es más que una agrupación de familias que, a través de su integración, encuentran la forma más perfecta de la vida en común.

Pero, recuerda lo que te dije,  el hombre es un esclavista y por lo tanto no piensa en un Estado al servicio de todos los hombres. Habla del Estado como de la unión de los iguales, es decir de los esclavistas. Siguiendo esta corriente define el derecho como el orden, la organización y la justicia al servicio de los más fuertes y capacitados, razón por la cual el derecho no se le puede aplicar a todos por igual, puesto que los hombres son, de por sí, desiguales; por lo tanto no puede aplicarse un derecho que iguale a amos y esclavos o a padres e hijos. Te repito, para Aristóteles el derecho solo es posible cuando se aplica entre iguales, es decir, se aplica igual entre iguales y desigual entre desiguales.

Habla, así mismo, del derecho natural, concepto sobre el cual ya habíamos hablado. ¿Recuerdas cuando hablamos de los chinos, sobre todo de Mo-Tsi y Lao Tse? Piensa que existen leyes universales que se aplican a toda la naturaleza y en particular a todos los hombres, habiten en el lugar que habiten y hayan sido o no reconocidas por el Estado. Son leyes que rigen las conductas naturales y morales de los hombres y que son de aplicación general. Afirma que las leyes dictadas por los hombres no son más que la concreción del derecho natural. Ello lo lleva a analizar el concepto de justicia, afirmando que la justicia política es la regulada por el Estado, pero que la justicia debe propender por la distribución uniforme las cosas. Para ello señala que existen dos clases de justicia: la niveladora y la distributiva. La primera la define como la distribución en el intercambio, donde se debe dar lo igual por lo igual, llevándola incluso al terreno de las sentencias judiciales pues, sostiene, el juez al dictar sentencia está nivelando la sanción con el daño infringido. A la segunda la define como el dar a cada cual según sus méritos pues, según sostiene, no todos los hombres son iguales y se cometería una injusticia sino se toma en cuenta esa desigualdad al momento de repartir los bienes. Como ves aquí sigue sosteniendo sus teorías según las cuales hay hombres superiores.

En su análisis del Estado hace énfasis en la forma que asume el gobierno. Dice que según sea el tipo de gobierno se privilegian algunas virtudes que conforman el principio vital del Estado. Afirma, entonces, que el principio vital de la aristocracia es la virtud, de la oligarquía la riqueza y de la democracia la libertad. Sostiene que las leyes están sujetas a la forma de Estado y que esta define, igualmente, el concepto de ciudadano. Las leyes deben estar definidas de acuerdo a la forma del Estado para que los ciudadanos puedan ser educados conforme a dicha forma.

Al definir los tipos de gobierno toma en cuenta dos conceptos relevantes: el número de personas que gobiernan y lo que denomina las formas correctas e incorrectas de gobierno. Bajo estos criterios encuentra tres tipos correctos: La monarquía, la aristocracia y la política, y tres incorrectas: la tiranía, la oligarquía y la democracia. Considera que la monarquía, el gobierno ejercido por un solo hombre, que administra por el bien de todos, puede degenerar en tiranía cuando el gobernante se olvida de la comunidad y gobierna para sus propios intereses. Así mismo dice que la aristocracia, que define como el gobierno de unos pocos que gobiernan por el bien común, puede degenerar en oligarquía y que el gobierno de todos, a lo cual llama Estado político, puede degenerar en una democracia, a la cual define como el gobierno de los desposeídos.

Le preocupa mucho que estas agudizaciones de la sociedad puedan conllevar a golpes de Estado y derrocamientos del régimen imperante. Por lo tanto propone como ideal un régimen mixto entre la oligarquía y la democracia, en la cual no existan grandes desniveles entre pobres y ricos, asegurando así que todos los hombres libres, al tener un nivel de vida medio, se unirán para evitar que los esclavos se subleven contra el régimen imperante. Piensa que ello se logra si todos los hombres medios están incluidos dentro de un censo que garantice que la gran mayoría de ciudadanos puedan participar activamente en la vida política.

Al contemplar como los distintos Estados van asumiendo diferentes formas de gobierno y cómo se establecen  desigualdades entre unos Estados poderosos y otros que terminan siendo dominados especula, tal vez por primera vez en la historia, sobre una teoría que se ha denominado el determinismo geográfico, la cual, incluso hoy en día, ha dado pie para que los Estados más desarrollados ejercen supremacía sobre los otros Estados. Según esta teoría un pueblo alcanza mayores niveles de desarrollo económico y político de acuerdo a su posición geográfica y climática. El estagirita decía que los pueblos africanos, ubicados al sur, por vivir en unas condiciones climáticas desfavorables eran pueblos propensos a la tiranía y que, en cambio, los pueblos griegos, con un clima más suave, podían perfectamente gobernarse bajo formas más benignas. Parece mentira que hayan pasado tantos siglos y todavía esta teoría tenga plena vigencia. Es la disculpa que emplean los países desarrollados para dominar a los que ellos, desvergonzadamente, llaman países tercermundistas.

Finalmente cabe decir que para Aristóteles el Estado ideal está sujeto, igualmente, a su tamaño. Argumenta que el Estado no puede tener tan poca extensión territorial que no sea autosuficiente, pero que tampoco puede ser tan grande que no pueda vigilar permanentemente a todos sus ciudadanos y mantener un control sobre su organización. Concluye, entonces, concibiendo un Estado bajo control de los gobernantes en el cual son necesarios la esclavitud y el trabajo físico en manos de las clases desposeídas, en tanto los ciudadanos libres deben disfrutar de los medios suficientes para tener una vida holgada, todo bajo la atenta vigilancia y control de los gobernantes.

Después de Platón y Aristóteles declinó el pensamiento político griego. Se inicia una  época muy turbulenta que estuvo marcada por las invasiones a la península por los macedonios, invasiones dirigidas por Alejandro Magno y sus descendientes.

De esta etapa final del pensamiento político griego cabe destacar dos escuelas más filosóficas que políticas, pero que de todas maneras tuvieron una concepción política definida. La primera de ellas, llamada de los epicúreos fue fundada por Epicuro de Samos, quien vivió entre los años 341 y 270 a. de C. y que fue continuador, en cierta medida, de la filosofía materialista de Demócrito. Su filosofía propugnaba por la felicidad como el mayor bien del hombre, para lo cual predicaba la ataraxia, o imperturbabilidad del espíritu humano; ello se lograba a través del deleite y el disfrute de los placeres, los cuales no se referían estrictamente a los placeres de la carne sino, fundamentalmente a los placeres del espíritu, más profundos y duraderos.

La posición política de los epicúreos estaba centrada en el acatamiento de las leyes, pues consideraban que era insensato desobedecer la ley pues esto acarrearía irremediablemente una sanción, con lo cual se alteraba el equilibrio interior. Es importante anotar que su teoría política refleja claramente el concepto del contrato social, que ya habíamos visto igualmente en las ideas fundamentales del filósofo chino Mo- Tsi. Su teoría está basada en que los hombres, celebran un contrato en el cual, en procura del bien común y de la utilidad de todos, acuerdan no infringirse daño. Con ello se alejan de la concepción del derecho natural al ubicar el origen de las leyes en la actividad humana y no en reglas inmutables, con lo cual ubican al derecho como una creación humana basada en la utilidad.

Su actitud de contemplación interna y de un simple disfrute de la existencia los alejó de cualquier participación política, si bien al estudiar sus postulados fundamentales se les descubre como defensores de una democracia moderada.

La otra corriente fue fundada por Zenón, quien predicaba en un pórtico llamado Stoa Poikile o Salón Vistoso, de donde proviene el nombre de estoicos, con el cual se conoce a los seguidores de esta escuela.

Fueron continuadores de las ideas de Heráclito, al afirmar que todo en el cosmos está compuesto de materia cambiante. Están convencidos de que todo lo que ocurre en el mundo responde a una relación directa entre causa y efecto, por lo cual llegan a una concepción fatalista del mundo, Nada se puede hacer para transformar las cosas. La realidad está ya fatalmente determinada por la causalidad del universo. 

Esta posición filosófica los llevó a asumir, igualmente, un fatalismo político que implicaba una sumisión al amo y al gobernante. Contrario a lo que pensaban los epicúreos, los estoicos identificaban el principio rector que rige el universo como una divinidad panteísta sin negar con ello el valor de la razón que lleva al hombre a vivir conforme a las leyes de la naturaleza, es decir, retornan al concepto del derecho natural y si bien su fatalismo los lleva a dudar de una posibilidad de transformar el Estado participan activamente en la vida política, propugnando unas teorías cosmopolitas según las cuales inicialmente todos los hombres pertenecían a un Estado mundial, en el que no existían esclavos, ni tribunales de justicia, ni templos para adorar los dioses y en el cual el dinero era innecesario, conceptos que les sirvieron para hacer una muy particular crítica a las concepciones políticas que imperaban en su tiempo.

En fin. Ya basta de hablarte de los pensadores griegos. Mucho más te podría contar pero el tema no nos permitiría avanzar. Ya verás que en la historia del mundo político hay una riqueza inagotable y sería absurdo quedarnos hablando de una sola civilización. Mejor tratemos de dormir que ya la noche está avanzada y con esta lluvia que está cayendo se adormece uno de tanto escuchar gota tras gota sobre el tejado. Abrígate bien que el frío en estas selvas es impresionante cuando llueve a la madrugada. Espero que en casa estén todos bien. ¡Si supieras cómo los extraño! Lamentablemente me toca estar aquí, prisionero, por unas causas que no conozco. No lo tomes como algo personal. Yo sé que tu trabajo es cuidar que yo no escape, pero no te considero culpable de nada. Al fin de cuentas, como ya te lo decía, todos somos producto de la época que nos toca vivir y a nosotros nos tocó esto y nada podemos hacer. Estás tan prisionero como yo. Esto no es más que una dicotomía absurda: yo esclavo de mis cadenas como esos desgraciados bárbaros de la antigüedad y tú, prisionero de las órdenes que te imparten aquellos que te mandan. Es triste esta noche de esclavos en medio de la selva y de la nada.


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