viernes, 2 de septiembre de 2016

CARTAS A LA NADA 15

A pesar de haber vivido durante tantos años en este planeta tierra, habitado de humanos perdidos en medio de la soledad y la angustia, todavía no comprendo a qué vine a este lugar en el cual lloro, canto, río, sufro, me enamoro y habito una materia que aunque eterna sé que solo comparte conmigo unos cuantos años estelares.

No he podido descubrir a qué vine a este lugar, si me enviaron aquí como castigo y es esta la recompensa por haber sido un espíritu infinito en otras vidas que no recuerdo pero que presiento que he vivido y que, a veces, intuyo en medio de sueños enfebrecidos en mis noches de olvido.

A veces me siento perdido, difuso, etéreo, concreto como una roca o leve como la sombra del viento y me detengo en silencio a hacerme preguntas inútiles que no tienen respuesta y que no me sirven para entender, siquiera a medias, esta locura de habitar la vida humana en medio de la distensión del tiempo a través del espacio absoluto que rodea el secreto eterno de la vida y de la muerte.

Algún día abandonaré la materia y lograré al fin hallar respuesta a todas las incógnitas que habitan mi pensamiento. Algún día seré tan sólo una sombra viajera rumbo a otros lugares, a otros castigos o a otros premios que habrán de darme, por los actos que realice en este corto viaje por la materia humana y entonces, sólo por unos breves segundos, los que precederán al nacimiento de mi nueva forma de vida, habré de comprender quién soy y  cuál el sentido de ser uno más entre los fantasmas infinitos que habitan el universo y que deambulan alucinados en los campos de guerra en los cuales combaten las fuerzas ocultas del todo y la nada.

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