EL PAYASO
|
Estoy triste como la tarde en que murieron los niños, se me alarga el
maquillaje más allá de la verdad de mi oficio; De nada me sirven los zapatos gigantescos ni
la nariz colorada ¿Qué haré para vivir sin la sonrisa de los niños?
|
LA MUJER
|
¿Qué hiena parió el espíritu siniestro de estos tiempos? ¿En qué
vientre se engendró tanta maldad? Estoy triste como la tarde en que murieron
los niños.
Ya soy vieja para dar a luz siquiera un sueño y es larga la vida sin
niños en todos los rincones ¿Qué demonio verde juzgará la sangre que dio a la
vida tanta muerte?
|
EL PAYASO
|
Yo cantaba para ellos cuando fueron cayendo como ramitas de primavera
bajo el peso de una tormenta repentina, sus caritas se pusieron pálidas y de
sus bracitos se fueron marchando el movimiento y la alegría; se fueron
muriendo, se fueron muriendo los niños y es que no les bastaban mis canciones
y mis muecas, necesitaban comida, se murieron por que los niños no comen
historias tontas que es lo único que puede darle un payaso torpe como yo.
|
LA MUJER
|
Yo arañe la tierra, yo grite a los ecos, yo trate de convertirme en
pan y en piedra me convirtió la vida y sufrí su angustia, su hambre, su
muerte de cada día ¿Qué vientre maldito engendró la vida? ¿Qué dios cojo
danza frenético ante el cadáver frío de los niños muertos aquella tarde
triste, cuando reías para calmar el llanto que llamaba a la muerte?
|
EL PAYASO
|
¿Quién? ¿Por qué? ¿Para qué se nos dio la vida? ¿Para ver como se fuga
en el llanto de los niños? ¿Quién engendró la sangre? ¿Quién despertó la
bestia?
¿Será necesario entregar también nosotros hasta la última gota de
sangre al vientre sediento del dueño de todo? ¿Será mejor buscar la muerte en
la mano suave de un cuchillo amigo? ¿Será mejor buscar venganza en la mano
suave de un cuchillo amigo? ¿Será mejor buscar el sueño en la mano suave de
un cuchillo amigo?
|
LA MUJER
|
¡No lo sé!
¡No lo sé! Nada queda. Muertos
ya los hijos que engendraron tu máscara y mi soledad, voy tras el viento
buscando en algún eco una razón para comprender el acto de la vida, voy por
todos los lugares llevando conmigo la locura, el último reducto que jamás
podrán hollarme.
|
EL PAYASO
|
Estoy triste como la tarde triste en que murieron los niños, como la tarde triste que se fugó la loca
tras el eco de los imposibles y ya de nada me sirve el hecho absurdo de
habitar la vida, siento que más allá, en algún lugar bajo no sé qué forma de
materia, hay oculto un ser extraño que me llama y que promete con sus voces
explicarme qué es lo que pasa y voy a él porque creo merecer al final del
camino el motivo de la vida, el motivo de la muerte, el motivo que me obliga
siempre a ponerme la máscara.
Quisiera saber también si alguna vez veré de nuevo a la loca que busca
los imposibles y a los niños muertos aquella tarde ya lejana y distante como
un sueño absurdo o como un pesadilla tomada de prestado.
|
viernes, 10 de junio de 2016
LA TARDE DE UNA MÁSCARA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario