martes, 14 de marzo de 2017

BALADA DE UN LOCO TRISTE A UNA PRINCESA



La lluvia cae sobre esta ciudad más fría y más gris ahora que tú estás lejos, perdida entre gentes extrañas que no conozco pero que pretenden alejarte de mí, gentes que te toman en sus sueños y te llaman y te besan y te cubren los pensamientos con mil ideas confusas, con la promesa de mundos lejanos o de cantos tristes o de futuros alucinados o de cualquier cosa que te cubra el pensamiento y te impida recordar que yo existo.

Esta lluvia torpe que no contemplas me enloquece. Todo llega a mí bajo un manto de extraña locura, pequeña niña, perdida en el tiempo, encantada bajo el embrujo de palabras extrañas, temblando quizás bajo otros brazos, lejana y absurda, ajena a mi vida y todo se alucina como en el sueño loco de un desvarío.

Yo aquí, prisionero de pensamientos confusos, sin saber si mañana, cuando termine la lluvia y te encuentre de nuevo caminando por las calles de la ciudad que nos habita, sentiré otra vez que estás conmigo, que soy parte indisoluble de tu vida y que estos pensamientos míos  de sentirte lejana y ajena son sólo alucinaciones que siembra un demonio oscuro en mi corazón que te anhela.
Hay una canción queriendo vivir en mis labios, una balada de loco triste corriendo sangre abajo, una canción que quiere salir a través de mi alma para llegar a ti, saltando entre las charcas que deja la lluvia en esta tarde de invierno.

Princesa me está doliendo el alma. Parece que la lluvia me mojase los pensamientos y saliera disparada a través de mis ojos. Sé que la vida esta confabulada contra nosotros. Sé que no tenemos escapatoria, que estamos condenados a vivir en la oscuridad de un silencio que golpea y agota y que alguien, algún día, poco a poco, con un corazón salvaje y un manojo de ternura terminará por alejarte definitivamente de mis pasos, sin embargo, por ahora, pequeña niña que habitas mis días, quédate bajo el calor de mi brazo y permíteme soñar que el tiempo es un absurdo  reloj dañado que no marca segundos ni deja pasar las horas para que puedas quedarte eternamente aferrada  a mi piel que te extraña bajo este frío que me golpea los poros y los huesos.


Princesa me está haciendo daño tu recuerdo. Me he convertido en un loco triste que combate contra la vida y el silencio. Princesa me está doliendo tu olvido y tengo miedo que cese la lluvia y llegue el día de mañana cuando habré de verte de nuevo; tengo miedo de mirarte a los ojos y no verme en ellos. Tengo miedo, princesa, de que me pienses un día y no me encuentres en tus recuerdos. Tengo miedo de que me olvides y terminar solitario recorriendo las calles de esta ciudad nuestra que ha guardado toda tu ternura y todos mis sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario