martes, 26 de julio de 2016

CARTAS A LA NADA 14

Hay días quisiera tener un poco de esperanza en esta especie humana que depreda la naturaleza, los silencio y la nada, que camina obnubilada, con los ojos poseídos por miles de demonios y por sueños infinitos, por un tiempo que no le pertenece porque todo en la materia lo toma de prestado.

A veces quisiera darle el beneficio de la duda, pensar que soy yo el que no entiende el sentido de este paso absurdo por el mundo de la materia. Quisiera llenarme de sueños, de comprensiones caleidoscópicas, de puntos de partida y de llegada en la absurda cuántica de la vida y pensar que cada acto violento, que cada ser que fallece, que cada colonia de microbios que se extingue tiene una razón de ser.

Contemplo al hombre en su marcha enloquecida a través de los segundos destruyendo cada centímetro de vida, cada instante de armonía, cada suspiro infinito de algún sueño perdido. Lo miro en su loca carrera por alcanzar las metas que su ambición le traza, por superar a los demás en su frenesí alucinado de obtener una ligera ventaja, en su angustia por ser el portador de una verdad que se escurre más allá de las sombras de una razón insana que gobierna sus instintos.

A veces quisiera darle valor a un beso, a un abrazo, a una sonrisa ajena que me entregara una razón para recuperar la fe en este demonio ridículo que infecta el planeta. A veces quisiera refugiarme en una locura extraña que me hiciese olvidar que no somos más que los destructores de todo. 

Solo me queda la satisfacción de saber que la vida es eterna y que cuando el hombre haya abandonado el mundo de la materia la vida seguirá floreciendo como una constancia de que fuimos tan solo una manifestación más de la conciencia del universo, que nos permitió por un instante ser constructores agónicos de pesadillas y horrores, al tiempo que fuimos creadores de música, palabras volando al aire, abrazos fundidos en la nada de una noche infinita. Por más que me duela no hubiera querido perderme esta oportunidad única de  habitar la materia y ser por un instante testigo de la vida.

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