miércoles, 25 de marzo de 2015

CARTAS A LA NADA 8

La vida debiera ser algo más sencillo. Una tarde de cometa elevando sueños hasta las nubes para dibujar en ellas paisajes de colores con ríos, árboles gigantescos y pequeñas riadas donde descansar las fatigas del día.

La vida debiera ser tan solo una sensación ligera, la pequeña alegría de encontrar una sorpresa escondida tras cada segundo de tiempo, un caminar lentamente repisando las huellas que en el aire dejaron fantasmas traviesos, que nos precedieron en este mundo incorpóreo, un volar suavemente al ritmo del viento que desprende las hojas de los árboles y despeina el cabello de la mujer que amamos.

La vida debiera ser un eco tras otro eco, canciones perdidas en el oído absurdo de los dioses ancestrales que nos trajeron un día para que visitáramos este planeta en el cual la existencia se vistió del milagro de asomarse por un segundo, en el infinito espacio que abarcan las galaxias.

La vida debiera ser una sonrisa y otra sonrisa, un universo de sombras enlazadas, un arcoíris de colores inexistentes bajo una lluvia de sueños abrazados en el beso tierno del viento y de la nada.

La vida debiera ser tan solo una mirada que descubriese el corazón asombrado de los pensamientos que vagan a través de los espacios infinitos, rumbo al fondo de todo lo que existe, camino al centro de las galaxias, donde habitan los fantasmas que un día se llamaron dioses y demonios, fabricantes absurdos de todo cuanto existe.

La vida debiera ser tomarte la mano y desaparecer para siempre en ese agujero negro que terminará por consumirlo todo, el día oscuro en que dios se destruya a sí mismo por el loco afán de mostrarle a los hombre que existe una razón para habitar la vida y que no fue inútil su sueño de crear un universo a su imagen y semejanza.

La vida debiera ser la nada eyaculando a la nada, en un loco afán de procrear una razón absurda que nos permita soñar que habitamos el espacio y el tiempo, que tenemos entrañas, que tenemos cuerpo.

La vida debiera ser dormirse despierto, en la mitad de un sueño y despertar dormidos para seguir habitando el sueño.


CARTAS A LA NADA 2

El hombre camina en silencio buscando las sombras de las generaciones pasadas, desde el pitecántropus que habitaba la selva hasta el primer homo sapiens que pulimentó herramientas. Se pregunta desconcertado ¿Cuál es el designio de la vida sobre el planeta tierra? ¿Cuál es la razón de la vida misma que parece absurda cuando se le mira con ojos ajenos a dioses atemorizantes o a evoluciones equivocadas?

El hombre camina en silencio tratando de entender lo que no le importa comprender, solo gastando el tiempo mientras se agotan sus pasos sobre la superficie planetaria. Busca una explicación en medio de la guerra, en medio del odio, en medio de los bosques que le cubren, en medio de los sueños que construyen su vacío inmenso, un vacío inmenso más grande  que los pesadillas que, a veces, habitan el corazón de los niños.

El hombre camina en silencio preguntándose por el poder de los dioses, delegado a los hombres como una disculpa para subyugarlos y aplastarlos como hormigas y convertirlos en esclavos, con los cuales construir sueños absurdos que no logran sobrevivir más allá de los recuerdos y que son olvidados por las aguas que todo lo inundan, por los vientos que arrasan las arenas del desierto.

El hombre camina en silencio riendo como loco por los supuestos triunfos de la humanidad sobre sí misma, por los ecos de las voces que se acallaron por temor a ser devoradas por las fauces del silencio, por las sombras que se ocultan una detrás de la otra intentando ser ignoradas por la luz que las busca con asombro, por los vientos que todo lo desordenan como si temiese un poco a la rigidez del tiempo.

El hombre camina en silencio comprendiendo que jamás existió, que solo fue la creación inútil de dos niños llamados dios y el diablo que juegan a crear universos para evitar el tedio que invade sus vidas, sus pobres vidas de seres galácticos, sus absurdas vidas que se distienden a medida que se expande el universo, sus inútiles vidas cubiertas de polvo de estrellas, sin más sentido que ser la salvación de los hombres que morirían de ignorancia y de locura si supieran que los dioses no existen, que están solos en la inmensidad del universo y que la vida un día se volverá oscuridad y todo todo volverá al silencio.

CARTAS A LA NADA 1


La vida debiera ser algo más sencillo. Una tarde de cometa elevando sueños hasta las nubes para dibujar en ellas paisajes de colores con ríos, árboles gigantescos y pequeñas riadas donde descansar las fatigas del día.

La vida debiera ser tan solo una sensación ligera, la pequeña alegría de encontrar una sorpresa escondida tras cada segundo de tiempo, un caminar lentamente repisando las huellas que en el aire dejaron fantasmas traviesos, que nos precedieron en este mundo incorpóreo de volar suavemente al ritmo del viento que sorprende las hojas de los árboles y despeina el cabello de la mujer que amamos.

La vida debiera ser un eco tras otro eco, canciones perdidas en el oído absurdo de los dioses ancestrales que nos trajeron un día para que visitáramos este planeta en el cual la vida se vistió del milagro de existir por un segundo, en el infinito espacio que abarcan las galaxias.

La vida debiera ser una sonrisa y otra sonrisa, un universo de sombras enlazadas, un arcoíris de colores inexistentes bajo una lluvia de sueños abrazados en el beso tierno del viento y de la nada. La vida debiera ser tan solo una mirada que descubriese el corazón asombrado de los pensamientos que vagan a través de los espacios infinitos, rumbo al centro de todo lo que existe, camino al centro de las galaxias, donde habitan los fantasmas que un día se llamaron dioses y demonios, fabricantes absurdos de todo cuanto existe.

La vida debiera ser tomarte la mano y desaparecer para siempre en ese agujero negro que terminará por consumirlo todo ,el día oscuro en que dios se destruya a sí mismo por el loco afán de mostrarle a los hombre que existe una razón para habitar la vida y que no fue inútil su sueño de crear un universo a su imagen y semejanza. La vida debiera ser la nada eyaculando a la nada, en un loco afán de procrear una razón absurda que nos permita soñar que habitamos el espacio y el tiempo, que tenemos entrañas, que tenemos cuerpo. La vida debiera ser dormirse despierto, en la mitad de un sueño y despertar dormidos para seguir habitando el sueño.